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Amaia Sanchez, voluntaria como monitora en Leioa además de graduada en magisterio

¿Qué te llevó a ser monitora?

Pues la verdad es que una de las razones es que un monitor está en continuo trato con las 

personas y en este caso esas personas son niños principalmente. Me encantan los niños, me 

aportan una felicidad increíble y eso me gusta, por eso decidí ser profesora también, para 

poder enseñarles y sobre todo para aprender de ellos. 

Para mí el ser monitor no es un “trabajo” es ocio, y por ello he elegido una asociación en la 

que estoy de voluntaria.  Para mí no es importante el dinero que pueda llegar a ganar siendo 

monitora, sino la experiencia, la alegría y la satisfacción personal que me aporta.  Hay cosas 

que no se pueden pagar con dinero, y para mí esto es una de esas cosas. Sí que es verdad 

que tal y como está la vida ahora mismo, el tener el titulo de monitor de tiempo libre te abre 

alguna puerta laboral, pero para mí ese no fue el motivo de decidirme a serlo. 

Yo desde un principio he tenido claro que los niños necesitan jugar y relacionarse y que no 

solo quiero ayudar a los niños en sus estudios, sino que también quiero ser partícipe de su 

diversión, y muchas veces en los colegios eso no se consigue, ya que nos ven como los 

“pesados” que les fríen a deberes, les echan broncas y les ponen malas notas. Y el ser 

monitora me da la oportunidad de eso, de hacer que se rían conmigo, de enseñarles 

distintos juegos que luego puedan usar ellos con sus amigos… 

 

 

¿Siempre has conseguido compaginar los estudios y las actividades como monitora?

Mi lema de vida es “Querer es poder”. No solo he compaginado los estudios y mis 

actividades como monitora, sino que también he conseguido compaginarlos con los 

trabajillos que me iban saliendo para ganar algo de dinero y así pagarme los estudios.

La base de poder hacer todo lo que realmente quieres hacer es el saber organizarse. Yo 

reconozco que he tenido momentos en los que me he visto desbordada por todo lo  que 

hacía. No solo estudiaba, sino que también bailaba, jugaba al futbol, era monitora de tiempo 

libre, era monitora de baile, trabajaba y además salía a divertirme con mis amigas y mi 

familia, una locura. Pero poco a poco fui organizándome mejor, hasta el punto en el que he 

sido capaz de compaginarlo todo y además sacar tiempo para mí, para descansar. 

La gente me decía que estaba loca, que a ver porque hacia tantas cosas “Y además sin 

cobrar”. Pero la verdad es que no me arrepiento de nada, todo lo que hacía lo hacía porque 

quería y porque me gustaba. Mientras pueda, seguiré haciéndolo. 

 

 

Cuando encuentres trabajo como profesora, que es lo que has estudiado, ¿Intentarás 

compaginarlo con las actividades como monitora o te centrarás solo en el trabajo?

Más o menos esto va un poco unido con lo anterior. Por supuesto que intentaré 

compaginarlo, no es algo que me gustaría dejar de hacer. El ser monitora me aporta 

muchísimas cosas buenas que me ayudan a crecer como persona, incluso me va a seguir 

ayudando para desempeñar bien mi trabajo como profesora. Asique mientras el cuerpo y la 

mente aguanten, ahí estaré, al pie del cañón. 

 

 

¿Crees que los niños de hoy en día se divierten como lo hacían antes? ¿Crees que esta 

generación, la de internet, es más difícil de llevar?

Yo creo que la manera de divertirse ha cambiado mucho. Antes los niños con un balón, unas 

muñecas, o incluso con unas canicas nos divertíamos y lo pasábamos bien. Hoy en día los 

niños han perdido la esencia de jugar. Están todo el día atados a sus cosas: ir a clase, clases 

particulares, extraescolares…. Y cuando llegan a casa su manera de “desconectar” es coger la 

gameboy, la play station o cualquier cacharro de esos. 

A mí personalmente me parece un atraso, las nueva tecnologías están consiguiendo que se 

pierdan las relaciones personales y un niño tiene que jugar y relacionarse con otros niños, y 

la verdad es que el ser monitor me da la opción de por lo menos intentar que los niños, 

aunque sea durante un rato, vuelvan a sentir lo que yo sentía jugando. 

El arte de ser monitor es que cada monitor tiene que conocer tanto su realidad personal 

como la realidad del grupo, y partiendo de eso, organizar actividades en las que todos y cada 

uno de los niños se sientan participes de ello y disfruten. Algo grupal, no particular. Y eso es 

algo que el internet o las nuevas tecnologías no dan, para vivir en sociedad hay que 

socializarse, y para ello se requieren tanto las relaciones personales entre iguales como 

adquirir una serie de valores que no se encuentran detrás de una pantallita pequeña. 

 

 

¿Hay algo que hayas visto o hecho durante tus años como monitora que te haya 

marcado?

Cada reunión con los chavales, cada convivencia, cada campamento, cada excursión, cada 

reunión con los compañeros monitores me ha marcado. No podría decir nada en concreto, 

cada momento vivido ha sido diferente y especial. A lo largo de estos años he aprendido 

muchísimo y he crecido mucho como persona. 

Si tuviese que decir algo, me quedo con los momentos en los que he visto a niños en el 

parque, en la calle o incluso en el patio del colegio jugando a juegos que yo he preparado 

para ellos como monitora con tanta ilusión. Sí que es verdad que en el colegio lo de jugar 

con “maquinitas” no está permitido y es más fácil que los niños jueguen a otro tipo de cosas. 

Pero ir paseando por la calle y ver a un grupo de niños jugando a juegos que han aprendido 

contigo la verdad es que te da la vida. 

Y si tuviese que decir algo más, me quedo con esos momentos en los que los niños vienen a 

darte las gracias por haberles ayudado, hecho reír o simplemente haberles dedicado 5 

minutos de tu atención. Ver sonreír a un niño es algo que no se puede pagar con dinero, 

pero ver a un niño triste y conseguir sacarle una sonrisita es lo más. Asique sí, todos y cada 

uno de los momentos me han marcado, pero unos son más bonitos y personales que otros.

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